miércoles, 11 de mayo de 2011

Conocimiento aplicado=1 Conocimiento no aplicado=0



¿De qué sirve el conocimiento?

Empezamos esta entrada por una pregunta muy sencilla, que ha menudas luces ya tiene una respuesta clara, pero que sin darnos cuenta olvidamos gradualmente, debido a las recalcitrantes ofensivas de un sistema social-jerárquico de índole primitiva y reptilica que lamentablemente rige este planeta.

En las últimas etapas de la evolución se ha dotado al conocimiento de un pragmatismo de poder, orientando la conducta de los investigadores a sentir que lograron el éxito solo con el simple hecho de obtener el conocimiento. Tenemos que tener siempre muy claro que un conocimiento por muy bueno que sea si no se aplica no sirve de absolutamente de nada. De este tipo de comportamiento se derivan universidades que parecen más centros teológicos que focos de conocimiento plural como deberían ser.

Este tipo de conductas anómalas alejan al investigador de la realidad que se vive en el mundo que a todas luces no es muy alentadora.

Tendemos a confundir la memorización de información con intelecto, y eso es algo que nos pasa factura oportunamente. Cualquier persona con sus capacidades mentales normarles puede memorizar todo tipo de información, esto no la hace ni más ni menos, solo un poco más instruida. Solo aquellos individuos que logran poner en práctica su conocimiento para el bien común serán los que comanden el timón de este barco evolutivo que con aciertos y errores ha logrado atracar en el puerto de la ciencia.
Si queremos un mundo mejor tenemos que empezar por valorar lo que en realidad vale, y dejar de esperar que las cosas se arregles por si solas. Esto infiere aplicar todo lo que sabemos para lograr un progreso sustentable y sostenible a través del tiempo.

Podemos concluir que el conocimiento bien aplicado es lo único que nos puede generar un cambio verdadero basado en la ciencia, libertad y evolución humana.

Pero tenemos que empezar a pensar de esa forma.

Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres.
Albert Einstein 


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